(Cundinamarca, 7 de abril de 2020) En estos momentos acudimos a la solidaridad, sensatez y disciplina de los habitantes de Cundinamarca para que en esta Semana Santa nos quedemos en casa y nos contagiemos de fe, oración, espiritualidad y unión en familia.
Con ello se podrá garantizar la salud para todos los ciudadanos en esta pandemia mundial por el covid-19, que hoy nos propone un nuevo desafío como sociedad y a la que tenemos que responder tomando todas las medidas preventivas por el bienestar y salud de cada habitante de la región.
La Semana Mayor esta vez se queda en casa y, por ello, aunque tengamos unos días para teletrabajar, descansar y relajarnos, no hay que olvidarse de continuar con los hábitos ambientales: reducir para emplear solo lo necesario, en especial recursos básicos como el agua o la energía, reutilizar para dar una mayor vida a los productos y reciclar para aprovechar los materiales y cuando salgan de sus hogares en los días autorizados para mercar, solo si es necesario lleve bolsas de tela y rechace las plásticas.
“Un planeta y una Cundinamarca sana empiezan desde la casa, por eso la mejor inversión es sin duda proteger la salud, jugar con los hijos, conversar con ellos y su pareja, propuestas para vivir estos días con respeto y afecto, y allí también podremos tener un espacio para contribuir en un tema muy necesario la educación ambiental, donde debemos tomar las medidas a la diferentes problemáticas ambientales que hay en la actualidad, con el fin de sensibilizarnos y tener hábitos sostenibles con el ánimo de no comprometer las futuras generaciones”, indicó, Nidia Clemencia Riaño, secretaria del Ambiente.
Cuando toda esta pandemia que afecta al mundo pase, propios y visitantes tendrán la oportunidad de recorrer los 116 tesoros por descubrir en Cundinamarca, toda una multiculturalidad del altiplano cundiboyacense, la cultura llanera y cafetera, que permitirá encontrar gran variedad por disfrutar con su seductora combinación de paisajes y ecosistemas en un solo territorio, con pisos térmicos que van desde el páramo de Guacheneque en Villapinzón hasta los valles del río grande de la Magdalena en Girardot, entre otros.