(Cundinamarca, 4 de noviembre de 2020). La Gobernación de Cundinamarca por medio de la Secretaría del Ambiente, impulsa la meta de sembrar un millón de árboles para atender lo establecido por la línea estratégica Mas sostenibilidad del Plan Departamental de desarrollo, particularmente, del programa seguridad hídrica y recursos naturales para la vida.
Aunque por la llegada del Covid–19 se suprimieron en marzo las jornadas masivas planteadas, estas se reestablecieron mediante la siembra de 22.650 árboles, que se vienen produciendo en los viveros de la SecAmbiente en Nocaima y Caparrapí.
“El propósito es que al finalizar este año tengamos un total de 40.000 plantas sembradas, árboles que aportarán al cuidado de las áreas abastecedoras de agua y que, cuando crezcan, aportarán al cambio climático y a otras acciones ambientales, además de respaldar y sumar a la meta nacional del programa Sembrar nos une que lidera el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible”, dijo la secretaria cundinamarquesa del ambiente, Nidia Clemencia Riaño Rincón.
En este proceso se ha contado con aliados claves como el Ejército Nacional, la Policía de Cundinamarca, funcionarios de las alcaldías municipales, comunidad en general, fundaciones y organizaciones ambientales, quienes con las medidas de bioseguridad necesarias apoyan al Gobierno Departamental con la logística para el transporte y siembra del material en algunos municipios cundinamarqueses.
Los municipios en los que se han sembrado árboles son:
Están pendientes por realizar la siembra los municipios de San Francisco, Nocaima, Caparrapí, Quipile, Chaguaní y las Juntas de Acción Comunal del Instituto Departamental de Acción Comunal de Cundinamarca, Idaco.
“Es primordial también crear conciencia en las personas respecto a nuestra relación y trato con los ecosistemas del territorio. Sembrar un árbol, es sinónimo de sembrar vida, por todos los beneficios que brinda a la humanidad y a la naturaleza, ya que además de ofrecer sombra, purifica el aire, regala sus frutos, medicina, absorbe el dióxido de carbono, pero también protege al suelo de la erosión, al igual que, nos vuelven a conectar con la tierra y con nuestros territorios”, finalizó, Nidia Riaño.
